Un hombre de fe dijo un día: pienso, luego existo… Y muchos interpretaron que se trataba de una cosa que ocurría antes de la otra.

Luego otros dijeron lo contrario: existo, luego pienso… Y pocos interpretaron que se trataba de lo mismo: de una sucesión de dos cosas.

Entonces esos pocos no dijeron nada… Y fue cuando el yo descubrió al yo.

Para ellos no importaba el orden, eran simplemente dos cosas que ocurrían al mismo tiempo todo el tiempo, solo de eso se pudieron asegurar.

Prefirieron no hablar de ello, solo lo sentían, y justo cuando se daban cuenta de que lo estaban sintiendo lo perdían, luego lo volvían a encontrar…

Cuando dejaron de buscarlo, finalmente se transformaron en ellos… esos de los que tanto has oído hablar en este lugar.